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¡Comunícate!

Como decía el Dr. Wayne D. Dyer, "¿alguna vez viste un perro
tomando clases para ladrar en público?", ¿O juntando y sobando nerviosamente sus patas cada vez que va a ladrar? No, los perros simplemente ladran. No se retraen por temor a lo que piensen los perros del vecindario. ¿Y acaso un gato evitará salir a la calle porque tiene la cola despeinada?

Entonces, ¿por qué muchos seres humanos nos retraemos y tememos expresarnos delante de otros seres humanos? ¿Por qué juntamos o sobamos las manos al hablar en público? ¿Qué tienen los perros y gatos que nos falte a nosotros?

A medida que el mundo descubre nuevos recursos tecnológicos para facilitarse las cosas y disfrutar más del tiempo libre, quedamos pasmados de los adelantos futurísticos que se les ocurren a las universidades más avanzadas de la tierra. Pero sin importar cuánto modernicemos nuestras vidas, nada reemplazará nuestra responsabilidad de comunicarnos personalmente. Tarde o temprano todos expresamos lo que sentimos y pensamos. La oratoria es uno de esos recursos que nos permiten dar en el blanco.

Ningún gol es tan importante como un buen discurso

La tecnología está haciendo que cada vez más tareas mecánicas sean encargadas a robots que pueden reemplazar a los seres humanos, para que a su vez los seres humanos se dediquen a labores más creativas e interesantes. Algunos creen que por ello aumentará el desempleo, y otros, que dará cabida a nuevas formas de realizar actividades. Pero aun si alguna vez un robot o una voz robótica hablara por nosotros, nunca faltará una situación en la que no podamos evadir la experiencia personal de decir
ante otras personas lo que pensamos.

No hay tarea más creativa que dar un discurso. Será imposible librarnos de la oratoria. Lógicamente, habrá quienes no necesitan un robot para que hable por ellos pero tal vez contraten un abogado que los represente. Lo único que tienen que aprender de memoria es la frase: "¡Hable con mi abogado!". Pero sin importar cuánto nos esforcemos, no nos libraremos nunca 
de la responsabilidad de manifestarnos personalmente, ya sea hablando, por escrito, mediante señas o estampando nuestra huella digital en un documento en señal de aprobación. Reconozcámoslo: La oratoria siempre será esencial, especialmente para quienes desempeñen labores que impliquen comunicarse con los demás.

¿Y el miedo? Bueno, seamos realistas. Cuando alguien habla de lo lindo que sería conocer otro país, ¿acaso se centra en
su miedo a volar o a navegar, o en que habrá demasiada gente extraña con la que no sabrá cómo comunicarse? No. Simplemente se centra en las muchas cosas bellas que verá y de lo maravilloso que será conocerlas personalmente, compra el boleto y se larga de viaje.

S
iguiendo la misma lógica, ¿por qué cuando alguien menciona la oratoria tal vez escoja como tema de conversación el miedo de hablar en público, en vez de centrarse en lo maravilloso que sería compartir con el auditorio lo que sabe y siente? En otras palabras, ¿por qué la mente tiende a enfocarse en sentimientos negativos y desagradables, no en los positivos y agradables? ¿No será que nos hemos dejado condicionar para reaccionar así? 

¿Qué siente la gente cuando asiste a un partido y uno de los jugadores mete un gol? ¿Acaso no siente una profunda emoción? Algo similar sucede en el interior de uno cuando termina un buen discurso. Pero ¿te imaginas que el jugador, en vez de patear al arco, patee a otro lugar? ¿Qué sienten los espectadores? Algo similar a lo que sienten las personas cuando, en vez de cultivar el placer de hablar en público, cultivan el miedo de meter un gol con su discurso. Pero ¿por qué las personas
están tan condiicionadas a pensar primero en el miedo de hablar en público y no en el placer?

La crítica nos condiciona negativamente

En casi todo orden de cosas, la oratoria eficaz ha sido una herramienta para comunicar información acerca de cualquier proyecto u objetivo, porque permite a uno aprovechar mejor sus oportunidades de exponer ante cualquier clase de auditorio. ¡Por eso se dice que la oratoria es una cualidad clave! Sin embargo, no todos se sienten cómodos cuando se les pide que digan unas palabras delante de un auditorio, sobre todo cuando los presentes no esperan nada menos que un buen desempeño.


Por un lado, si bien es cierto que los mayores tenemos la responsabilidad de guiar a los más jóvenes para que alcancen la madurez y desarrollen una conciencia cívica, lamentablemente gran parte de la sociedad condiciona a los niños a creer que la crítica y la aprobación de los demás, sin importar cuán errada esté, es la base de su autoestima, y se los acostumbra a anteponer la opinión de sus padres, hermanos mayores, tíos, maestros y demás figuras de autoridad a la suya propia, aunque su propia voz interior les diga que están obrando correctamente. Y por otro, se los deja en compañía de la televisión, como si fuera una niñera, y se les deja tomar el control y sintonizar todos los canales que les dé la gana como si su educación y crianza dependiera de sí mismos. ¿El resultado? Una terrible confusión en cuanto a los valores que deben regir su vida.

No es que los padres siempre descuiden a sus hijos ni que los hijos siempre tomen decisiones equivocadas, pero ¿qué ha resultado ser más ventajoso a la larga? ¿Dejar a los niños a su libre albedrío, es decir, descarriados a su antojo, o formarlos adecuadamente con una disciiplina equilibrada? ¿Dejar que los padres los malcríen, o que aprendan a criar a sus hijos adecuadamente?  Definitivamente, un automóvil, un barco, un avión, un caballo, una hormona, una bacteria, un virus o cualquier cosa que se deje sin control ni mantenimiento puede ocasionar mucho daño, y lo mismo puede decirse de un ser humano sin importar su edad, raza o sexo. Una persona indisciplinada acaba sufriendo y sin comprender las razones de su malestar. Por eso concordamos en que la clave o secreto radica en el control y el autodominio.  

Por lo tanto, ¿qué ocurre cuando se deja a los niños sin guía, o cuando sus padres no aprenden a criarlos adecuadamente?
El resultado pudiera ser que la televisión y la crítica basada en el prejuicio, en los temores infundados y en la ignorancia se conviertan en una guía insegura y frágil, como una brújula rota o un mapa ilegible que los desvía y lanza por un despeñadero emocional. Aunque hablar es maravilloso, poco a poco aprenden a callar (o a callar a otros), no por discreción o conveniencia, sino por proteger del vilipendio su autoestima.

Algunas personas hasta han llegado a menospreciarse tanto a sí mismas que se han engañado creyendo que sería mal visto que digan cualquier cosa delante de un grupo. Poco a poco han optado por permanecer en silencio, dejando que los demás asuman la responsabilidad de participar y opinar. No es poco común que una niña bonita piense que es fea, o que un adulto muy competente sabotee su desarrollo llgando a creer que es un incompetente. En contraste, un gatito no depende de la crítica de otros gatitos para desarrollar, y lo mismo podríamos decir de los camellos, las ballenas y demás animales.


La reacción natural de un ser humano que constantemente es criticado negativamente por sus comentarios, acciones, decisiones y sentimientos suele ser guardar silencio y mantenerse aislado, refugiado en el fondo de sí mismo, como si fuera en un rincón de una habitación. Porque imagina que de todas maneras lo criticarán, ya sea que diga "A" o "B", ¡o si no dijera nada en absoluto! Cree que, para que no lo critiquen, su única salida es desaparecer, ya sea físicamente (retirándose) o psicológicamente (callando). Algunos llegan al punto de sentirse bien siendo invisibles, es decir, que nunca se tome en cuenta su presencia u opinión.

Una pobre autoestima adquirida y reforzada desde la niñez es capaz de convencerle de que es una especie de ser inferior que debe permanecer oculto en un cajón, como la sombra en un desierto, y que, ante el menor estímulo o contacto, está bien retraerse y esconderse como un caracol. Sin duda que con un condicionamiento negativo como ese, el tomar la iniciativa se convierte en la peor cualidad, y a veces, en el desafío más difícil de aceptar. En cambio, un perro simplemente ladra y no se preocupa de lo que piensen los demás perros sobre su estilo de ladrido.

Lamentablemente, los factores "conciencia", "crítica" y "autoestima" nos exigen cierto conocimiento o entrenamiento para lograr la aprobación del auditorio cuando hablamos en público. Por eso, a diferencia de los perros y gatos, que simplemente ladran y maullan, y no les importa lo que piensen los demás perros y gatos del vecindario, un orador responsable no puede darse el lujo de salir a exponer sin tener en cuenta el efecto que su actuación pudiera tener en el auditorio. Porque la crítica de los demás bien pudiera influir notablemente en su éxito o fracaso como tal.

Mucho depende de tu autovaloración

Dicho en pocas palabras, casi todos tus éxitos y fracasos emanan de tu autoestima o autovaloración. Si tu propia opinión es que vales poco, tus éxitos y fracasos se contaminarán con dicho concepto. Tus éxitos, por grandes que sean, te parecerán ínfimos, y tus fracasos, por pequeños que sean, te parecerán inmensos, lo cual pudiera reflejarse en la calidad de tus palabras cuando hablas en público. Tus intervenciones te parecerán de baja calidad, poco productivas, y de hecho, por debajo del promedio. No participar empobrece tu autoestima, participar la enriquece.

Si quieres cultivar una personalidad fuerte y original y deseas que te tomen en cuenta y te respeten, ¡tienes que atreverte a abrir la boca, y cuando lo hagas, hacerlo con verdaderas ganas! Permanecer como simple observador en toda ocasión solo retrasa tu desarrollo y te cierra la puerta a muchas oportunidades. ¿Por qué viajar por la vida como una maleta en un portaequipajes y no disfrutar del paisaje ni de ninguna experiencia del viaje? Eso no te estimula.

Por eso, la próxima vez que ingreses a un auditorio, evita tomar asiento lejos de la gente, en las últimas filas, aislándote en un submundo de silencio y esperando que los demás tomen la iniciativa y te aborden para saludarte y conversar. Eso no desarrolla la personalidad. En el mundo real, esa actitud hace que siempre te pasen por alto en los proyectos, te genera estrés y te hunde en un abismo de soledad. Si puedes hablar y quieres tener éxito en la vida, tienes que abrir la boca y manifestarte, mostrar aprecio por los demás y no solo esperar que los demás siempre se acerquen a ti primero.

Nuestras técnicas de oratoria y sugerencias te ayudarán mucho. Porque lo que funciona en oratoria también suele funcionar en las relaciones humanas y el desarrollo personal. En Oratorianet.com hallarás técnicas fáciles de entender, recordar, aplicar y enseñar a otros. No hallarás mitos, sino realidades. 

Si no hablas mejor de lo que lo haces actualmente, ¿es porque no puedes, o por falta de interés o decisión de tu parte? ¿O tal vez por no haber tenido la oportunidad de contar con un método eficaz? Aquí te ofrecemos las herramientas y los consejos necesarios! ¿Seguirás dejando pasar el tiempo, tal vez hasta que las circunstancias te alcancen sin preparación y un día te veas ante la urgencia de dar un discurso muy importante y no puedas evadir la cuestión?

"No es solo cuestión de mejorar tu actitud,
sino de mejorar el patrón de tus actitudes."


¡Sé una persona proactiva!

Últimamente se habla mucho de la proactividad, y muchos creen que se refiere a la facultad de tomar la iniciativa. Pero no es así. Significa cultivar la habilidad de proyectarte hacia el futuro para detectar probables problemas que pudieran surgir y hacer los arreglos pertinentes para que no surjan. En otras palabras, adelantarte al problema y hacer todo lo necesario para que no ocurra. No se trata de paranoia, de ver todo en negativo, sino de ser una persona previsora. Como dice un antiguo proverbio, 'ver la dificultad y proceder a ocultarte'. Es decir, ver el problema antes de que aparezca y tomar las debidas precauciones. Aplicándolo a este asunto, ¿estás siendo una persona proactiva con tu oratoria, la cualidad más importante en tu comunicación? ¿O simplemente estás evadiendo la responsabilidad?

Sin embargo, como sabemos, la oratoria no es inyectable. Tampoco transmisible por ver un vídeo. Por eso, no es realista dejar pasar el tiempo esperando que en el último momento, cuando surja una verdadera necesidad, se produzca el milagro inesperado de que, como en las películas, una luz resplandezca en tu mente y un fogonazo de adrenalina te haga hablar como un experto en oratoria. A algunos tal vez les haya ocurrido alguna vez, y les haya ido bien, pero no es realista esperar que eso suceda siempre, mucho menos en todos los casos. Y aunque te sucediera una vez en la vida, lo cual ya es bastante, ¿crees que tendrías siempre esa feliz coincidencia? ¿Reralmente estás preparándote para cuando llegue
ese momento? Tu prestigio o desprestigio está en juego.

Hay altos cargos corporativos que se ven imponentes detrás de un escritorio, sentados en su gran automóvil o simplemente cuando caminan por los pasillos de la compañía o firman un enorme cheque. Pero cuando se ven obligados a ponerse de pie y hablar por sí mismos ante todos en una convención anual, o tal vez respondiendo preguntas en una entrevista en la  televisión por cable, tiemblan como si acabaran de salir de una refrigeradora. Su imponente imagen de va al piso y dejan mucho qué desear. No lo hacen mejor que un adolescente.

Por eso, lo mejor es tomar precauciones con mucha anticipación y comenzar cuanto antes a conocer, estudiar y aplicar las técnicas dinámicas que se requieren para hablar en público, para que cuando el momento llegue, estés en posición para hacer una presentación eficaz. Ilustrémoslo así: Ningún cañón ha dado jamás en el blanco sin que el cañonero lo haya limpiado bien y dirigido al blanco. Si quieres hablar en público eficazmente, tienes que comenzar cuanto antes a familiarizarte con sugerencias de eficacia comprobada.

Por último, el dicho popular "mejor es que sobre a que falte" aplica muy bien a la oratoria. Es mejor conocer las técnicas y no necesitarlas, que necesitarlas y no tenerlas. Y cuando hablamos de técnicas, nos referimos a las maneras prácticas de hacerlo. El conocimiento teórico no te ayudará si no está respaldado por principios bien estructurados y explicados.

Si surge en tu vida una verdadera necesidad de tomar la palabra ante un auditorio, ¿de qué te servirá saber quién fue Cicerón, cuándo tuvo sus orígenes la oratoria clásica o pensar en lo lindo que habla tu maestro? ¡Necesitarás saber qué hacer con tus propias manos, cómo armar tus propias ideas, qué hacer con tu propio cerebro si te bloqueas, cómo motivar por ti mismo a los demás para que cooperen contigo o para que pongan el alma en cierto proyecto! Las técnicas de oratoria no son algo que debas dejar para cuando te sobre tiempo, sino algo a lo que debes dedicar tu mejor tiempo. Y sabemos que el tiempo vuela, y que cuando menos lo esperes, en algún momento estarás de pie ante un gran auditorio. La pregunta es: "¿Qué harás entonces? ¿Verdaderamente te habrás preparado para el éxito?".

Ahora que sabes que Oratorianet.com está a un clic de distancia, el resto solo depende de un pequeño esfuerzo de tu parte. ¡Ponte las pilas y comienza a recuperar el tiempo perdido!

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